martes, 21 de junio de 2011

Consulta médica XV

-Hola Beroldo, adelante, pase nomás.
-Hola doctor, ¿cómo le va?
-Muy bien, querida, ¿y usted?
-Corta de espacio
-¿Corta de espacio?
-Sí, llegué a la conclusión de que mi problema no es que estoy corta de tiempo sino de espacio.
- ¿Pero a qué se refiere, exactamente? ¿su casa es chica? ¿necesita más privacidad?
-No, doctor, no tiene nada que ver mi casa
-Pero no la entiendo, Beroldo. ¿no está hablando usted del espacio? ¿a qué espacio se refiere, si es tan amable de explicarme?
-No se impaciente, doctor. Espéreme, usted bien sabe que me lleva tiempo ordenar mis ideas y explicarlas claramente.
-No, está bien, piense tranquila
-El otro día hablábamos sobre las ideas que quedan en borrador, sobre la preocupación que eso me trae.
-Sí, recuerdo perfectamente. ¿Y el espacio tiene que ver con eso?
-Sí, creo que tal vez viene por ahí la cosa.
-¿Qué cosa?
-Quizás las ideas pasan al borrador por falta de espacio
-Ah, entonces no me está hablando de un espacio físico
-No, por supuesto que no, doctor
-Bueno, Beroldo, me lo dice como si fuera algo obvio. No se ofenda, pero a veces no consigo seguir tan fácilmente el hilo de sus pensamientos. Quisiera, pero no lo logro.
-No me ofendo, doctor. A veces, ni yo me entiendo
-Bueno, no exagere, era un comentario nomás. Entonces, me dijo que el problema radica en que las ideas no encuentran espacio
-Exactamente. Están a los codazos, se oponen unas a otras, se pisan, tratan de negociar cada milímetro. Muy de vez en cuando algunas se complementan, pero en general discuten un tiempo hasta que varias dan un paso al costado. Esas son las que pasan al borrador y se quedan ahí
-Pero qué interesante manera de analizar la situación
-¿A qué se refiere, doctor?
-A que se está refiriendo, nada más y nada menos, que a las contradicciones, Beroldo. A esas contradicciones internas que absolutamente todos tenemos.
-No lo había pensado de esa manera tan…
-¿Simplista?
-Sí, simplista podría ser. Bueno, no, en realidad, lo que hizo al resumir mi planteo problemático en un par de términos es darme un consuelo, quizás
-¿Un consuelo? Bueno, digamos que estoy acá para aliviar las aflicciones de los pacientes, pero no sé si usaría la palabra consuelo
-¿Y cuál usaría?
-¿Atención, cuidado, interés, reflexión, recomendación?
-Pero por supuesto que todos esos conceptos le sientan perfectamente. Lo que pasa es que cuando usted me habló de las contradicciones internas que todos tenemos, se me vino a la mente el refrán mal de muchos, consuelo de tontos. No me gusta ese refrán
-Ay, Beroldo, tengo que tener un cuidado para expresarme con usted... Tampoco creo que porque todos sufrimos contradicciones, eso deba ser suficiente consuelo como para dejar de preocuparse
-Ya lo sé, doctor, no se preocupe, usted se explicó perfectamente
-Querida, hago un trabajo mental para hablar con usted, que ni se imagina. Igual me viene muy bien como ejercicio. Elegir meticulosamente cada concepto a usar no es algo que haga todo el tiempo
-Por suerte, doctor
-Sí, la verdad… me hace reír, Beroldo. Es terrible
-Gracias, usted también
-¿Yo también soy terrible?
-Usted también me divierte, doctor. Al final, sí que es terrible
-Bueno, creo hay varias cosas para pensar, ¿no cree? ¿cómo se siente?
-Sí, estoy de acuerdo. Fue un buen debate. Aunque no lo crea, me hizo bien el hecho de que me haya corrido del centro
-¿Yo la corrí del centro?
-Sí, de alguna manera, sí. Al mostrarme que no soy la única que tiene problemas con el espacio
-¿Pero acaso no estaba en desacuerdo con ese refrán?
-Sí, lo sigo estando, pero no voy a ser necia y negarle que igual no me siento un poco mejor
-Interesante... la acompaño a la puerta
-Hasta pronto, doctor. Gracias por todo
-Hasta pronto, querida Beroldo. Es un gran placer

sábado, 11 de junio de 2011

Consulta médica XIV

-Adelante, Beroldo, pase por favor
-Hola doctor
-Me alegra finalmente verla. ¿Cómo se siente hoy?
-Muy bien, doctor, gracias
-¿No volvió a tener problemas para dormir?
-Por suerte, no. Es decir, a veces me cuesta conciliar el sueño pero no me ocurre siempre
-Bueno, téngame al día con eso. Si es necesario, llámame por teléfono. Usted sabe que a mí no me molesta, ¿verdad?
-Sí, lo sé. Y se lo agradezco infinitamente
- Igual, si me lo permite, quisiera hacerle una pregunta con respecto al tema
-¿A qué tema?
-¿De qué venimos hablando, querida?
-De mi problema para conciliar el sueño
-Exactamente
-Pregunte
-Evidentemente, cuando usted se acuesta, no logra relajarse fácilmente y por eso le cuesta dormirse. ¿En qué cosas piensa?
-Uh, no sabría especificarle
-No importa, Beroldo, no quiero que me cuente detalles, simplemente quisiera saber en qué tipo de cosas se queda pensando. ¿En lo que hizo durante el día, en lo que tiene que hacer al día siguiente, en algún episodio específico, en algo que la aqueja? ¿En qué?
-Siento que me está haciendo un interrogatorio, doctor
-No, no lo tome así. Discúlpeme, querida. Quise ser claro pero creo que la atosigué
-No se preocupe, fue claro. ¿Qué puedo decirle? Hay un poco de todo eso que mencionó. Pero acaso, ¿eso no es común? ¿usted no hace una especie de “balance” del día o de la semana cuando se va a dormir?
-Sí, claro que es común. Todos reflexionamos un poco sobre nuestro día, pero en algún momento es necesario desconectarse y así poder descansar. Y percibo que a usted le está costando justamente poder hacer eso
-Sí, tiene razón, doctor. Y ahora que me hace pensarlo, creo saber por qué me ocurre esto.
-¿Quiere decirme lo que piensa?
-Creo que me agarra miedo
-¿Miedo? No entiendo, ¿miedo a qué?
-Sí, es eso doctor. Es como si tratara de aferrarme el mayor tiempo posible
-¿Aferrarse a qué?
- Cuanto más tardo en dormirme, más dominio tengo
-Beroldo, no entiendo nada de lo que está hablando. ¿Me lo explica mejor?
-Sí, disculpe doctor. Es que ahora, en este momento, con esta charla me acabo de dar cuenta de qué es lo que me anda pasando y no tuve tiempo de ordenar las ideas
-Me hace reír, querida. Espero, entonces
-…
-¿Ya ordenó el discurso, puede expresarlo claramente?
-Sé que me está cargando, doctor. Pero sí, ahora estoy más ordenada
-La escucho
-Me acabo de dar cuenta de que mi problema radica en que, por las noches, pienso en todos los proyectos, en los planes que quiero llevar a cabo. Sí, es en lo que más pienso. En mis ideas
-¿En qué ideas?
-De todo tipo, ideas que se me ocurren durante el día y que a la noche retomo.
-Hasta acá no logro dilucidar el problema. Me parece muy bien el hecho de pensar en cómo llevar a cabo las ideas
-Justamente ahí radica mi problema. O mejor dicho, mi miedo
-Otra vez, ¿miedo a qué?
-A que esas ideas queden para siempre en borrador
-¿En borrador? Qué interesante forma de expresarlo
-Sí, en borrador. Creo que hay pensamientos, ideas y especialmente decisiones que, por algún motivo, quedan eternamente en nuestra sección “borrador” de la mente
-Creo que ahora sí la entiendo. Cuanto más tiempo se queda despierta pensando en esas ideas y decisiones que quisiera tomar, menos posibilidad de que queden en la nada. O como bien lo expresa usted, menos posibilidad de que pasen a ser un borrador que jamás se retomará
-Eso mismo. Por eso hablaba antes del dominio. Siento que si mantengo esas ideas ahí, como en la “superficie” de la mente, no van a pasar al borrador
-Muy pero muy interesante lo que analizó, Beroldo. Creo que hoy hemos avanzado suficiente. Ahora puedo decirle que, definitivamente, lo que usted necesita no son pastillas para dormir. La cuestión no pasa por ahí
-Totalmente de acuerdo, doctor. Y me alegra no necesitarlas
-Si le parece, la próxima continuamos el tema.
-Me parece muy bien
-Eso sí, no se lo “olvide”. No me lo mande al borrador.
-Muy gracioso, doctor
-Hasta la próxima, querida
-Hasta la próxima, doctor

jueves, 2 de junio de 2011

Consulta médica XIII

-¿Hola?
-Uh, metí la pata
-¿Es usted, Beroldo? ¿Cómo que metió la pata? ¿Está bien, necesita algo?
- No, disculpe doctor. Me equivoqué al marcar el número. Tengo una laguna en la mente o se me salió un tornillo
-Más bien veo que está en las nubes, ¿tendrá cabeza de novia?
-¿Me está tomando el pelo? En serio, más que en las nubes, estoy en la luna y no doy pie con bola
-Pero pare el carro y no se me ahogue en un vaso de agua, querida. ¿Necesita que le de una mano?
-No, no se preocupe. La realidad es que pasé una noche de perros, no pegué un ojo y ahora estoy hecha puré
-¿Pero qué hizo? ¿salió a romper la noche?
- No me tome para el lado de los tomates, doctor.
- La estoy cargando, Beroldo. Hoy tiene pocas pulgas. Usted bien sabe que estoy hecho de buena madera
-Sí, no me haga caso. Hoy salto como leche hervida. Tome con pinzas todo lo que le dije. Necesito dormir a pata suelta
-Sí, es probable que esté pasada de rosca
-Sí, estoy por el suelo y hago todo en cámara lenta
-Bueno, aunque vaya a paso de tortuga, hágame caso y vaya a descansar. Va a caer fusilada
-La verdad es que sí, estoy planchada
-Y además, la noto de capa caída, ¿puede ser?
- No, no le de vueltas al asunto. Le aseguro que mi problema es que estoy de cama
-Entonces, si está sin cuerda, no sea papafrita y acuéstese ya.
-Sí, le pongo punto final al asunto
-Perfecto, querida Beroldo. Que descanse. La espero pronto así me cuenta qué le pasó.
-Gracias doctor, y disculpe este papelón. No me da la cara.
-No se haga rollo, ¿quiere?
-Sí, mejor paro la máquina. Hasta pronto, doctor. Gracias nuevamente
-De nada, mi querida. Cuídese